El membrillo es el fruto del árbol del mismo
nombre, que a pesar de sus lejanos orígenes
en Irán y Turquía es el ingrediente
principal en uno de los postres más tradicionales
de la cultura occidental. Es un árbol pequeño,
y está cubierto de una especie de ceniza durante
su primer año de vida. Sus hojas son elípticas
y caducas, y sus flores son especialmente grandes
y bellas, de un color blanco muy pálido, y
crecen solas al final de las ramas más nuevas.
Su fruto, el membrillo, tiene una forma muy similar
al de la pera , pero tiene un
color amarillo muy cercano al naranja.
Es en general muy aromático, y su sabor es
muy agrio y áspero. Además el membrillo
suele ser muy duro, y esta característica
unida a su sabor imposibilitan su consumo cuando
está crudo. Sin embargo, con cierto ingenio,
el membrillo puede asarse y comerse como carne de
membrillo o confitado. De esta forma suele ser la
base para numerosas mermeladas, jaleas, compotas
y otros postres. Sus características lo convierten
a su vez en un excelente potenciador del sabor para
algunos pasteles o confituras. Sin embargo, en la
cocina su forma más habitual y conocida sea
probablemente como dulce de membrillo.
Se le conoce especialmente
en el ámbito médico
como un buen astringente y emoliente.
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