Este problema tiene sus inicios en el por qué se tiene esta conducta, no en lo que se consume, de este modo se tiende a ser tan dependiente que es muy difícil poder superar esta enfermedad sin ayuda profesional.
Científicamente se ha descubierto que ante ciertas experiencias, en algunas zonas del cerebro, se genera la actividad eléctrica que sería la responsable de que tengamos sensaciones de dolor o placer. Estas personas creen encontrar en este tipo de acción un cambio autoinducido: vuelven a repetir acciones preconcebidas que provocan que las células nerviosas del cerebro generen un sentimientos específicos.
Los seres humanos tienen maneras diferentes de enfrentar estados como lo son el miedo, estrés, dolor o culpabilidad. En algunos casos pueden enfrentar el problema en forma directa, sin embargo muchos se refugian en la bebida, las drogas o el exceso de trabajo. También ocurre que somatizan el problema teniendo fuertes dolores de cabeza, estómago o espalda.
La manera en que se trata de no sentir dolor y minimizar el estrés pueden producir efectos de relajo y placer, esto hace que la persona en su empeño de estar mejor no se percate de que en el largo plazo esto le provocará más daño. Se sabe que consumir alimentos en exceso no es saludable, pero esto no importa mientras nos encontramos comiendo.
Encubrir otros problemas
No hay una única causa que lleve a una persona a abusar de la comida. Geneen Roth, autora de varios estudios sobre el tema, en su libro Cuando la comida sustituye al amor explica así como para ella, que deseaba perder peso, los kilos de más suponían un escudo con el que protegerse de otros problemas:
No existe un patrón conocido que conduzca a una persona a comer en exceso. Gennen Roth, quien ha realizados varios estudios, en su libro Cuando la comida sustituye al amor, nos expresa que para ella, estos kilos de más representaban una manera de defenderse de otros problemas, aunque en realidad lo que ella quería era perder peso,
“Mi objetivo final siempre estaba dirigido a conseguir perder peso, por lo que mi vida giraba en torno a este tema, mientras estuviera pensando en la talla de ropa que usaba, la celulitis y la manera en que estaría viviendo cuando lo lograra, no había ninguna persona que me hiciera sentir mal. Esta obsesión por el peso era mucho más importante que mis relaciones con una amiga o una pareja. Al ser rechazada por alguna persona, inmediatamente lo asociaba a un rechazo corporal no a mí misma, y me decía que cuando tuviera menos peso aún, todo sería diferente”.
Gloria Arenson, quien ha sido directora del Centro de Tratamiento de Desórdenes en la Comida de Los Angeles, escribió un libro titulado Una sustancia llamada comida, existe coincidencia en afirmar que la mayoría de estas personas en forma inconciente desean en realidad aumentar de peso. Lo que ocurre es que no sólo se trata de esto como el único problema al que deben enfrentarse. Las mujeres, por ejemplo, es bastante común que “su gordura sea usada para negar su sexualidad”. También nos hace notar que “la baja autoestima en las personas suele hacer que estén incómodas en las ocasiones en que sienten que personas del sexo opuesto las observan y entonces la grase se convierte en un abrigo que las protege y cubre”.
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